domingo, 13 de febrero de 2011

Una nueva aventura se está gestando.

Pretendemos llegar a Moscú, en moto, vía Minsk.
La idea es seguir sumando anécdotas. Hasta ahora somos dos personas en dos motos, Fernando Cervello que  saldrá desde Muskiz (Bilbao) el próximo 29 de Julio y Guillermo Fagnani, que llegará desde Argentina.
Como en 2009 Nordkapp y 2010  Estambúl, vía Kiev, seguiremos juntos, compartiendo experiencias, momentos felices y  otros no tanto. 
Otra vez juntos, otra vez solos, en carreteras desérticas, carreteras boscosas, desconociendo que encontraremos detrás de la próxima curva y un sinfín de problemas a resolver a miles de kilómetros de casa.
En http://www.estambulenmoto.blogspot.com/compar compartimos nuestras notas del anterior viaje. En este blog pretendemos hacer lo mismo.
¿Que nos lleva a hacer esto? En realidad no lo sé, pero de esta forma vivimos las dos ruedas.
El viaje está en marcha, dejo un poema para todos y por supuesto que si alguien se quiere sumar, será bienvenido.
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.